La experiencia enseña que en política no debe enunciarse una buena razón si se puede atizar un mal sentimiento.
Aunque muchos militantes le reclaman desde hace tiempo una huelga general, Cándido Méndez lleva meses resistiéndose. El cálculo del secretario general de UGT es más táctico que de fondo (teme que no haya un gran seguimiento), pero sabe que debe hacer “algo” si no quiere verse desbordado por sus bases y antes del verano se decantó por exigir un referéndum.
En teoría, es difícil no simpatizar con la petición de “dar la palabra al pueblo” para que se pronuncie sobre unas políticas que están llevando el Estado de bienestar a “un coma irreversible”. En la práctica, el asunto está mucho menos claro.
En primer lugar, ¿cuál sería la pregunta? ¿Está usted de acuerdo con que le bajen el sueldo, le suban los impuestos y le cobren por todo? No hace falta ninguna consulta para saber lo que los españoles opinan: basta con ir a la máquina del café (y ni siquiera: desde mi mesa puedo escuchar sus voces). Un referéndum sobre las reformas arrojaría una escandalosa mayoría en contra.
Segundo, ¿cómo se gestionaría ese resultado? Se puede debatir la intensidad y el ritmo del ajuste, pero no se ha inventado todavía ningún procedimiento fácil e indoloro para enjugar un déficit de 90.000 millones de euros. (Para que se hagan una idea de lo inabarcable de la cifra, todo el gasto del Estado sin Seguridad Social asciende a 170.000 millones.) Alfredo Pérez Rubalcaba ha propuesto subir los impuestos, pero en IRPF e IVA ya no queda margen, y las restantes figuras tienen una capacidad recaudatoria muy inferior. ¿Cuánto podrían aportar? ¿Tres mil millones más al año?
Por su parte, Méndez se ha limitado a repetir el mantra de que “hay alternativa”, sin entrar en más precisiones. Es perro viejo y sabe que en política no debe enunciarse una buena razón si se puede atizar un mal sentimiento.
Finalmente, el referéndum no es ni una herramienta eficaz de fiscalización ni la expresión más pura de la democracia. California y Suiza son los dos lugares donde más se consulta a la ciudadanía. California celebró 74 sólo en 2012, pero es el estado con peor ‘rating’ crediticio de Estados Unidos. En cuanto a Suiza, aprobó hace dos años la prohibición de construir minaretes.
Alexis de Tocqueville explica en ‘La democracia en América’ que “el imperio moral de la mayoría se funda en […] el principio de que los intereses del mayor número deben preferirse a los del menor número”, pero también advierte que la regla no debe aplicarse en toda circunstancia, porque de lo contrario se corre el riesgo de sustituir la arbitrariedad (y la incompetencia) del dictador por la tiranía (y la ignorancia) de la masa.
Publicado en Actualidad Económica / Orbyt el 17 de septiembre de 2012