El cariño verdadero no se compra ni se vende. El permiso de residencia es otra cosa.
La izquierda está escandalizada con la idea de que se conceda el permiso de residencia a los extranjeros que compren una vivienda de más de 160.000 euros. Bueno, la izquierda y la mayoría de los españoles. El lunes, después de que el secretario de Estado de Comercio Jaime García-Legaz anunciara la propuesta, me metí en una encuesta de un medio digital y a más del 70% de los lectores les parecía mal.
“Estamos hablando de cuestiones serias”, argumenta Marisol Pérez Domínguez, portavoz de Cooperación e Inmigración del PSOE. Hay cosas que, en su opinión, no se pueden “mercantilizar”. Estoy de acuerdo. Tyler Cowen, catedrático de la Universidad Mason de Virginia, me contaba una vez que “la idea económica fundamental” es que no todo se puede comprar con dinero. Por ejemplo, si después de una cita romántica su pareja le introduce un billete en el bolsillo de la chaqueta como si fuera un aparcacoches y le sonríe seductoramente mientras dice: “Me lo he pasado muy bien”, usted se sentirá legítimamente ofendido.
Es más, el secreto de un matrimonio feliz es “mostrar entusiasmo, ser atento y regalar cosas inútiles”. ¿Cosas inútiles? “Sí”, dice Cowen. “Flores, joyas… Las mujeres las valoran en parte porque a los hombres no nos interesan”. Si les compráramos la colección en DVD de las nueve copas de Europa del Real Madrid, pensarían que somos unos impresentables, increíblemente.
Tampoco está bien visto dejar una generosa propina a ciertos profesionales, como jueces o empleados de Tráfico, por muy satisfechos que hayamos quedado con su servicio. Primero, porque probablemente se sientan insultados, pero sobre todo porque existe el riesgo de que el dinero acabe pervirtiendo el recto proceder de los funcionarios y perjudique a quienes carecen de medios.
Pero, en el caso de la concesión de la residencia a cambio de la compra de una vivienda, ¿a quién se insulta? No creo que el extranjero diga: “Por quién me ha tomado, caballero”. ¿A quién se pervierte? El dinero no es para el funcionario y el procedimiento va a seguir respetándose. ¿A quién se perjudica? Quizás hace unos años hubiera habido que denegar el permiso a un inmigrante pobre para dárselo a otro rico, pero la gente no se pega últimamente para entrar en España.
Conceder la residencia (e incluso la ciudadanía) a cambio de una inversión es una práctica habitual en países tan respetables como Canadá, Estados Unidos o Austria. Lo que hay que procurar es que se tramite con transparencia y sin arbitrariedad.