La universidad del fútbol

El éxito de nuestra selección encierra una importante enseñanza.

Resulta desconcertante. ¿Cómo es posible que el mismo país que avasalló a Italia (¡a Italia!) en la final de Kiev se debata al filo del rescate? Muchos comentaristas se han preguntado qué podríamos aprender de la Roja. “¿Sería [este triunfo] aplicable a la realidad que como país estamos viviendo?”, ha escrito el coach Emilio González Quirós en su blog Senderos de crecimiento. Y mi admirada Lucía Méndez recordaba en El Mundo que “en un país donde la ejemplaridad en los comportamientos es un agujero negro, la selección encarna los valores que desaparecieron en la España de los nuevos ricos”. Y enumeraba a renglón seguido la elegancia de Xavi, la humildad de Iniesta, el optimismo de Pepe Reina…

Todo esto es sin duda admirable, pero sinceramente no creo que esas virtudes nos hubieran ahorrado la devastación actual. Alemania ha impuesto la teoría de que la crisis es la consecuencia inevitable de nuestro pasado pecador. Es un planteamiento que tiene dos grandes ventajas: (1) es claro y exige escasos conocimientos técnicos y (2) tiene hondas raíces no ya cristianas, sino platónicas. Para el filósofo griego, todos los grandes valores son compatibles: la verdad es bella, la sabiduría lleva a la felicidad y el bienestar es fruto de la integridad. A contrario sensu, el error es feo, la ignorancia engendra desdicha y el vicio conduce a la ruina.

En management este ideario ha dado lugar a una corriente que podría resumirse en el lema “ser bueno es rentable”, una afirmación tan exacta como la tesis contraria de que “los ricos son unos ladrones”. Basta echar un vistazo alrededor para comprobar que hay de todo en la viña del capitalismo: en un extremo hay directivos encantadores; en el otro, líderes abominables, y no se estorban. Sé que es un asco, pero la decencia y el buen corazón no bastan para triunfar en los negocios. ¿Se imagina que su jefe diera una oportunidad a todos los desheredados que se tropezara por la calle?

En el fútbol las cosas no son diferentes. Se puede ganar siendo elegante como Xavi, humilde como Iniesta y simpático como Reina, pero también hortera como Beckham, arrogante como Balotelli o camorrista como Rooney. Si el triunfo de la Roja encierra alguna clave, no es la ejemplaridad ética. Ni siquiera hace falta estar sobrio para ser un ídolo. Enric González recordaba en Babelia que el argentino Houseman llegó a marcar un golazo completamente borracho. González lo considera “el mejor extremo derecho” que ha tenido la albiceleste. Yo lo vi jugar una vez y no me pareció excepcional, pero si iba hasta las cejas de ginebra sí que tenía mérito.

¿No tiene entonces nada que enseñar la Roja? En absoluto. Encierra una lección valiosísima: su implacable meritocracia. En la selección no valen los enchufes. El que reparte juego sobre el terreno no es sobrino del presidente ni hermano de un consejero. Es el mejor, punto. ¿Se han parado alguna vez a comparar esta lógica con la de, pongamos, la universidad? Un antiguo rector de la Politécnica de Madrid me contaba las feroces constricciones a las que estaba sujeta su gestión. “No te permiten ni contratar a los profesores buenos ni echar a los malos”, decía. “Aquí se realiza una evaluación cada año y un porcentaje relativamente modesto suspende, pero no puedes hacer nada. Los llamas, les dices que deben esforzarse y poco más. En Estados Unidos, un rector dispone de una amplia autonomía para despedir y contratar. Se pone de acuerdo con el comité pertinente y dice: ‘Vamos a traer a fulanito, que es muy brillante’, y negocia un contrato con él, igual que si fuera una estrella del deporte. Luego llega la ceremonia de los Premios Nobel y, claro, se los llevan todos”.

El vitriólico Xavier Sala-i-Martin se preguntaba una vez: “¿Se imaginan que el Real Madrid se rigiera por las mismas normas que la universidad española?” Los jugadores cobrarían en función de la antigüedad, no del mérito; habría que alinearlos siempre, aunque no dieran pie con bola, y al entrenador lo elegirían democráticamente todos los empleados del club, incluido el utillero.

Sin embargo, aunque todos entendemos que ese modo de gestión es demencial, lo aplicamos a la universidad. “¿Por qué?”, se preguntaba Sala-i-Martin. Y se respondía: “Porque en este país lo que de verdad importa es el fútbol”.

4 comentarios en “La universidad del fútbol

  1. Hola, es curioso pero el éxito de la roja sí tiene una enseñanza que lamentablemente no veremos en nuestra política nacional.
    Para empezar; un comentario que me ayuda a poner las cosas en su sitio: la actual crisis no es crisis económica…. eso es lo que nos quieren hacer creer. La verdad es que la crisis económica es la consecuencia de una terrible y devastadora crisis politica que ha hecho que la incompetencia, el abuso, la ineficacia y los intetreses partidistas hayan sido los valores que han gobernado nuestro país los últimos 30 años.
    Y debido a la incompetencia supina y los valores equivocados de la clase politica, estamos donde estamos.
    Crisis económica?
    Y una mierda!!
    Los alemanes están en lo cierto.
    Esto es una relación causa- efecto, donde la crisis económica es, sobre todo, consecuencia de una impresionante ineficacia en la gestión de los recursos públicos durante décadas.

    Y donde queda la selección en esto?
    Pues es algo similar, salvando las enormes distancias.
    Mientras que nuestra selección se basó en los valores de la furia, la fuerza, lo físico, el «Santiago y cierra España», la improvisación, lo superfluo y lo individual, sin estrategia y sin las ideas claras, España no se comió un colín en el panorama futbolístico.
    La España futbolística era entonces reflejo de la España politica.
    Así fué y así ha sido hasta que llegó el sabio y cambió de ritmo a la selección, y luego vino otro sabio y mantuvo lo bueno y mejoró lo mejorable.
    Y ambos tuvieron los peones necesarios para instrumentalizar el cambio.
    Pero el gran éxito en la selección ha sido el cambio de valores: hemos pasado de lo individual a lo colectivo, del fisico al talento, del impetú desbocado a la fuerza canalizada, de la prepotencia y la chulería a la humildad, de la explosión a la constancia, de la suerte al trabajo, de la táctica a la estrategia, del pelotazo a la posesión…. y sobre todo, se ha impuesto una linea a seguir sólida y eficaz.
    Ahora no pretendemos imponemos por «raza», nos imponemos por inteligencia y constancia.

    Para que este gran cambio que se ha producido en la selección se produjera en la política, debería desaparecer nuestros Rajoys y Zapateros (Clementes cualquiera) y deberían aparecer un Luis o un Del Bosque… que de momento no han aparecido en política.
    Una pena!!
    Debería desaparecer las Bibianas, Leires, Botellas, Camps o Fabras (sólo por poner algunos ejemplos) y aparecer los equivalentes a los Xavi-Xabi-Iniestas-Silvas-Casillas-Piques-Villas-Ramos (y muchos otros) en política.
    Ahora, la españa futbolística no se parece en nada a la España política.
    Y nada hace pensar que vaya a pasar, Miguel.

    1. La crisis es tan compleja que probablemente tenga mil causas, y no digo que la explicación moral de los alemanes no tenga parte de razón, porque en última instancia gastar más de lo que se tiene puede interpretarse como una falta (en alemán culpa y deuda se dicen de hecho igual: Schuld), pero también puede ser una práctica virtuosa. ¿Qué habría sido de Telefónica, Santander o Iberdrola si los tipos bajos del euro no les hubieran permitido financiar su expansión internacional? En mi opinión, a la hora de desatar la crisis, fue clave la fe de los académicos en la capacidad de los mercados para autorregularse, una fe sincera y muy bien fundamentada teórica y empíricamente. Después de todo, durante décadas nos había ido muy bien con esas mismas ideas.
      Estoy completamente de acuerdo con tu análisis de la furia. Si se leen las crónicas de Marca de 1959,el año en que Bahamontes ganó el Tour (tuve que leérmelas para escribir una biografía que al final no salió), se ve cómo constantemente se atribuye su éxito a la gallardía, el valor, etcétera. Son virtudes morales que en realidad no explican mucho (¿cómo se miden la furia, la gallardía, el valor?). Mi conclusión es que Bahamontes tenía tales condiciones físicas, que lo raro es que no ganara seis Tours. Por desgracia carecía de equipo y, posiblemente, de conocimientos.
      Lo que nos lleva a la última parte de tu comentario. No soy un fan de Javier Clemente, pero tampoco me parece que fuera un mal entrenador. Por desgracia, el éxito no sólo exige conocimientos, sino una buena dosis de suerte. ¿Qué habría pasado si Casillas no hubiera desviado aquel tiro de Robben en el minuto 61? Probablemente no seríamos campeones del mundo y probablemente la narrativa sobre la selección y Del Bosque sería muy distinta.
      Es imposible controlar y planificar todas las variables que se necesitan para triunfar. Lo único que podemos hacer es mantenernos en forma, y para ello es clave la competencia. Eso es cierto en el deporte, en la universidad y hasta en la seguridad (la Guardia Civil se ha convertido en un modelo de fuerza antiterrorista porque no puede permitirse ni un error).
      En economía, tenemos mucho que aprender de los alemanes, porque han desarrollado una magnífica industria a base de lanzarse a competir a pecho descubierto en los grandes mercados mundiales. Pero en materia de moral no estoy tan seguro de que tengan tanto que enseñarnos.
      Un abrazo y muchas gracias, Juan.

  2. Me contaba Jean Belda, el pionero del headhunting español, que la clave en una empresa que funciona reside en el fútbol, donde el jefe es, siempre, el que tiene el balón. Si, pongamos, Fernando Torres, campeón del mundo y bicampeón de Europa de selecciones y campeón de Europa de clubes, tiene el balón, todo el equipo juega para él. La España futbolística ha jugado como un equipo, la España política, y aún la económica, no. Desde luego, coincido en que la ética no es el secreto de la Roja, Pero matizaría que más que la meritocracia a la hora de seleccionar a los mejores (¿sólo uno del Atleti en 100 partidos de más de 60 seleccionados, siendo el segundo mejor equipo por títulos en los últimos dos años?), el éxito de la selección es el grupo, el mérito de ser los mejores para el grupo y no el Raúl-selección, y también el creérselo. Nos convenció Luis. ¿Nos creemos en la España social que «podemos»? En la Roja, sí.

    1. Tienes razón, Paco. Incluso en el deporte la meritocracia tiene sus limitaciones. Malcolm Gladwell tiene un libro magnífico, ‘Fueras de serie’, en el que explica cómo el factor determinante para llegar a estrella del hockey es… haber nacido en los primeros meses del año. ¿Por qué? Porque en los niños pequeños (de cinco o seis años), una diferencia de meses en la edad se traduce en una gran diferencia física. Los seleccionadores infantiles tienden naturalmente a escoger a los niños más grandes, que reciben más entrenamiento y, con el paso de los años, cobren una ventaja insalvable para los nacidos después del verano.
      Me imagino que, como esa perturbación, existen otras muchas que impiden que la meritocracia funcione siempre y en todo lugar.
      Un abrazo.

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