Hay una conocida regla de oro del ‘management’ que aconseja “Preocúpate de tu culo”.
Dos días antes de que España debutara en el Mundial de Rusia ante Portugal, Florentino Pérez llamó al presidente de la Federación, Luis Rubiales, para comunicarle que había fichado a Julen Lopetegui. Eran hechos consumados, Rubiales poco podía hacer, pero le pidió por favor que al menos retrasara el anuncio, para no enrarecer el ambiente en la concentración. Tres minutos después de colgar, Florentino publicaba la noticia en la web del Madrid. ¿Por qué lo hizo? Porque sigue una conocida regla de oro del management: “Preocúpate de tu culo”, y preservarlo en aquel preciso instante no era compatible con los intereses de la selección.
De hecho, ni siquiera es a veces compatible con los intereses de la corporación que preside. Jorge Valdano ha relatado en El Transistor una anécdota muy reveladora. En 2002 vino Kaká con un combinado internacional a disputar el amistoso que cerraba el centenario del Real Madrid. Cuentan las crónicas que el brasileño marcó el mejor gol “con un disparo raso y colocado junto a un poste tras una excelente jugada individual en la que dejó por el camino a Miñambres y Pavón”. El brasileño no era a la sazón más que un prometedor centrocampista del Sao Paulo y Valdano le comentó a Florentino: “Aquí tenemos un jugador que hoy vale 12 millones y dentro de cuatro años nos costará 60”. “Tranquilo, Jorge”, le respondió Florentino, “vamos a esperar a que valga 60”.
Florentino no ficha estrellas de 12 millones. Pagar ese importe por Kaká habría sido a lo mejor más provechoso para las arcas y las vitrinas del club, pero ¿quién habría sabido apreciarlo? Los traspasos son como las obras de arte: el precio es un ingrediente esencial. Los entendidos pueden contar que el retratista Tal tiene la garganta llena de luz o que el paisajista Cual siente en su carne el agua genital, pero para el gran público los cuadros adquieren notoriedad porque son caros. El Retrato de Adele Bloch-Bauer I de Gustav Klimt vegetó en un museo austríaco hasta que Ron Lauder pagó 135 millones de dólares para llevárselo a su Neue Galerie. La gente empezó entonces a hacer colas de tres cuartos de hora. Quería saber qué clase de pintura vale lo mismo que un Boeing.
Y del mismo modo que Florentino no ficha estrellas de 12 millones, tampoco contrata entrenadores perdedores. Todos deseamos que España haga un gran Mundial, pero seamos realistas: no es improbable que caiga en algún cruce y, en ese caso, al presidente le habría quedado poco margen para justificar la elección de Lopetegui. Al menor traspié, sus enemigos le habrían reprochado que hubiera entregado el banquillo a un fracasado. Trayéndoselo con la vitola aún intacta, siempre podrá alegar: “No había otro mejor”.
La regla de oro del management no solo gobierna el Madrid. El columnista del New York Times William Safire sostenía que era “una técnica burocrática para evitar futuras acusaciones” muy popular entre los políticos de Washington, aunque el ámbito donde más se usa es la selección de personal. De las universidades de élite apenas sale el 6% de los licenciados de Estados Unidos, pero suponen el 30% de los CEO de las 100 primeras empresas de la lista Fortune 500. Esta sobrerrepresentación no se explica únicamente por la formación que reciben, sino porque, si no funcionan, el responsable de Recursos Humanos siempre podrá alegar: “No había otro mejor, era de Harvard”.