De piscinas y pistolas

El comercio libre de armas es un riesgo innecesario para la seguridad. ¿Por qué Estados Unidos lo tolera?

El sábado entrevistaron en una emisora de radio a una española que vive en Estados Unidos. Hablaban de la matanza de Newtown y ella explicó que, antes de llevar a sus niños a un cumpleaños, siempre pregunta si va a haber armas. Visto lo visto, no parece una precaución exagerada, pero lo cierto es que las probabilidades de que una fiesta infantil acabe a tiros son irrelevantes incluso en Tombstone, Arizona. De hecho, el economista Steven Levitt demostró hace tiempo que es mucho más peligroso tener en casa una piscina que una pistola.

Apoyándose en estadísticas de este tipo, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en sus siglas inglesas) ha logrado mantener a raya a quienes pretenden endurecer las leyes sobre tenencia de armas de fuego. Por ejemplo, sostiene, su venta ha aumentado en Virginia el 73% desde 2006 y, sin embargo, los crímenes han caído el 27%. “Estos números”, dice Thomas R. Baker, el profesor de la Universidad de la Commonwealth responsable del estudio, “parecen contradecir la arraigada creencia popular de que más pistolas generan más delitos violentos”.

Efectivamente, parecen contradecir, pero de hecho no la contradicen. Sucedía lo mismo con el tabaco. Cada vez que se planteaba el debate sobre su relación con la salud, había alguien que decía: “Pues mi abuelo se fumaba dos paquetes diarios y vivió hasta los noventa y tantos”.

Es lo que tiene la estadística: establece correlaciones, no causas. Mientras en un laboratorio de física se puede tener la certeza de que a una misma acción le seguirá siempre la misma reacción, en sociología es perfectamente posible observar reacciones distintas a una misma acción. ¿Por qué? Porque intervienen otros muchos factores que es imposible aislar. En el caso de los crímenes violentos, su frecuencia no depende sólo de la accesibilidada los fusiles de asalto, sino del consumo de drogas, la existencia de bandas, la desigualdad, el paro, la corrupción policial e incluso lo que haya hecho el fin de semana anterior el equipo de fútbol local.

Lo que sí nos permite afirmar la estadística es (a) si una variable concreta es relevante y (b) en qué medida lo es. Por ejemplo, podemos contrastarla “arraigada creencia popular” de que más pistolas generan más delitos de sangre. Los datos no son difíciles de conseguir. En esta página se relaciona la tasa de crímenes violentos de los distintos estados con el porcentaje de hogares con armas de fuego. Si se ordenan los resultados en una nube de puntos, se aprecia una correlación positiva:a más armas, más delitos de sangre. La probabilidad de que esta disposición se deba al azar es, además, inferior al 1%. Se trata, por tanto, de una correlación significativa.

Violencia y armas

Ahora bien, también observamos que el punto correspondiente a Connecticut aparecea la izquierda del gráfico, es decir, entre las regiones del país con menos armas. Como se ha subrayado estos días, Newtown está en uno de los estados con las leyes más restrictivas en la materia (el quinto más duro, según el Centro Brady para la Prevención de la Violencia). Para hacerse con las dos pistolas y la carabina AR15 que empleó en la masacre del colegio Sandy Hook, Adam Lanza tuvo que quitárselas a su madre.

¿En qué quedamos, entonces? ¿Es o no es relevante obstaculizar el acceso a las armas? Sí y no. En promedio (expresión clave) los estados con controles más estrictos son menos violentos, pero no espectacularmente menos. Lo que la estadística dice es que la variable porcentaje de hogares con armas apenas explica un 17% de la diferencia de criminalidad entre estados. Influye, pero no es determinante.

¿Qué sería lo prudente a la luz de estos datos? El sentido común (o “la arraigada creencia popular”) no nos engaña: Estados Unidos sufriría menos delitos de sangre si se limitara el acceso a pistolas y fusiles. Supone un riesgo relativamente modesto, pero innecesario.

La habilidad de la NRA ha consistido en manipular esta relativa modestia para convertir el riesgo en necesario, construyendo un discurso que vincula la posesión de un M16 con la libertad y la defensa de la patria. Y aunque la mayoría de los americanos entienden que un mero altercado de tráfico se vuelve potencialmente letal cuando los involucrados portan una Browning en la sobaquera, muchos han decidido que es un peligro que merece la pena correr.

Igual que acudir a una fiesta infantil en una casa con piscina.

Un comentario en “De piscinas y pistolas

  1. No lo has dicho esplícitamente en el artículo, pero seguro que sabes que existe las verdades, las mentiras y las estadísticas.
    El gráfico con el que nos ilustras el artículo, puede,también ser interpretado de la siguiente manera: En las zonas de mayor delincuencia la gente adquiere más armas como medida de autodefensa.
    Y te digo la verdad: si yo llevase una buena «pipa» o un rifle en mis manos, ya los habría utilizado, y no pocas veces.

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